Pedro: discípulo valiente y frágil
- Categoría: NOTICIAS DIOCESANAS
- Publicado: Sábado, 28 Junio 2014 05:00
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PEDRO: DISCÍPULO VALIENTE Y FRÁGIL Jesús caminaba a orillas del mar de Galilea, vio a dos hermanos: uno era Simón, llamado Pedro, y el otro Andrés. Eran pescadores y estaban echando la red al mar. Jesús los llamó: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.” Mt 4, 18-19. En este mes de Junio conmemoramos la solemnidad de San Pedro y San Pablo, apóstoles, grandes testigos de Jesucristo y, a la vez, hacemos una solemne confesión de fe en la Iglesia una, santa, católica y apostólica.
Pedro, patrón de nuestra Diócesis de Chimbote, es el discípulo valiente, apasionado y frágil de Jesús, es el hombre elegido por Cristo para ser “la roca” de la Iglesia como lo expresa el evangelio de San Mateo 16, 18-19 “Y ahora yo te digo (Jesús): Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo.”
Jesús, Nuestro Señor, fundó la única Iglesia, como lo ha expresado en el Evangelio, dándole la potestad y la misión a Pedro de guiarla bajo el horizonte del Espíritu Santo. Aceptó con humildad su misión hasta el final, hasta su muerte como mártir.
Pedro, natural de Betsaida, después de la resurrección de Jesucristo, asumió la dirección de la Iglesia. Trasladándose de Jerusalén a Antioquía, fundó su comunidad cristiana. Posteriormente fijó su residencia en Roma. San Pedro fue un pobre pescador de Galilea, residente en Cafarnaúm, en casa de su suegra. Era un hombre sencillo, con poca instrucción, y vivía de su modesto oficio.
Pedro a pesar de su fragilidad fue valiente, testigo de las maravillas de Dios, escogido por Él para llevar adelante la Iglesia. Así también, nosotros, indignos siervos de Dios, estamos llamados a seguir adelante a pesar de nuestra fragilidad, de nuestro pecado, de seguir siendo testigos de Cristo aquí en la tierra, con nuestras palabras, obras y actitudes del ser cristiano. Todos estamos llamados a ser pescadores de hombres, como Pedro.
San Pedro murió mártir en Roma, de donde fue el primer Obispo durante veinticinco años. San Pedro y San Pablo fueron presos por orden del emperador Nerón y ambos fueron conducidos al suplicio el 29 de junio. San Pablo fue decapitado, mientras que el primer Papa moría crucificado, cabeza abajo, en el mismo lugar en que hoy se venera su glorioso sepulcro y se eleva la magnífica Basílica vaticana.
Celebremos y renovemos nuestro compromiso de ser bautizados siendo buenos pescadores de hombres a semejanza de Cristo, Nuestro Señor.