Parábola de los talentos
- Categoría: NOTICIAS DIOCESANAS
- Publicado: Domingo, 14 Diciembre 2014 05:00
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PARÁBOLA DE LOS TALENTOS (Por: P. Giovanni Sabogal Osorio) Jesús, nuestro hermano y Señor, a través de la parábola de los talentos, nos muestra cómo Dios deposita su confianza y su amor a sus servidores y, por ello, les concede los talentos y los dones a sus trabajadores. Nosotros somos indignos operarios pero, a pesar de ello, nos concede los talentos necesarios de acuerdo a nuestras capacidades; a algunos les da 5 talentos, a otros, dos o uno; porque Dios es generoso con todos sus hijos e hijas y nosotros debemos reconocer la grandeza, la bondad y el amor de Dios.
Dios nos conoce y nos ha creado a cada uno de nosotros con talentos, virtudes y cualidades, de acuerdo a su corazón y a nuestras capacidades, y nos los da para trabajarlos, expresarlos y ponerlos al servicio de Dios, de los demás, la familia, la sociedad y la Iglesia.
Dios sabe lo que hace y todo lo hace bien. Nosotros como hijos e hijas debemos hacer siempre las cosas muy bien, con amor y bondad. Debemos servir de todo corazón, con pasión, caridad, responsabilidad y entrega generosa. Dios quiere que seamos buenos trabajadores y pone en nuestras manos la vida, la gracia, las cualidades necesarias, dones maravillosos.
Dios felicita a todos los servidores que realmente han producido al máximo sus talentos, al 100 %, como lo expresa en el Evangelio de San Mateo: «Muy bien, servidor bueno y honrado»; y cuestiona y no está de acuerdo con el servidor que esconde el talento que Él nos ha dado porque no lo hizo producir.
A Dios le duele enormemente las actitudes de la pasividad, de faltas de interés, perezosas, irresponsables, dejadas, conformistas y no serviciales. Él quiere que seamos no solo sus servidores, sino buenos, auténticos y honrados trabajadores.
Pidamos siempre la fuerza y la gracia de Dios para hacer las cosas muy bien, a no esconder nuestros talentos y hacerlos producir, como le agrada a Dios. Nosotros somos simples servidores y administradores de la gracia de Dios, y al final de nuestras vidas nos dirá: «Muy bien, servidor bueno y honrado», te concedo la gracia de la vida eterna, como lo ha expresado en el Evangelio: Los siervos fieles y responsables son recompensados con una responsabilidad mayor.
Que el Dios misericordioso, nacido pobre entre nosotros, les colme de dicha y de paz, nos haga cada día más hermanos, y nos acompañe ahora y siempre. ¡Feliz Navidad para todos ustedes!