QUIÉN ES CRISTO PARA TI Domingo duodécimo ordinario
- Categoría: EVANGELIO DOMINICAL (P. José Mária Yague)
- Publicado: Martes, 15 Junio 2010 11:37
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QUIÉN ES CRISTO PARA TI
Domingo duodécimo ordinario
Reflexionamos sobre el evangelio de este domingo considerando los cuatro momentos sucesivos y encadenados que nos ofrece San Lucas.
El primer momento es peculiar de este evangelista. No aparece en los paralelos de Mateo y Marcos, los que en los textos paralelos, fuera de esto contienen las mismas palabras. Este primer momento consiste en que el Evangelista presenta a Jesús en oración. Como en todos los momentos importantes, cuando se dispone a una revelación novedosa o a un acontecimiento decisivo, Jesús ora. Se queda solo para la oración, pero sus discípulos andan cerca. El Padre y los discípulos son los grandes amores de Jesús, su compañía permanente. En primer lugar, su Padre con el que siempre está en íntima comunión. En segundo lugar, los discípulos a quienes instruye, se revela, envía y a los que en este instante provoca con sus preguntas.
El segundo momento lo constituye la gran pregunta. Tras un primer acercamiento al tema de fondo, con una pregunta menos decisiva y como para entrar en materia (¿quién dice la gente que soy yo?), viene la gran cuestión: ¿quién dicen ustedes que soy yo? Esto obliga a los discípulos a reflexionar, a entrar dentro de sí mismos y decirse: verdaderamente, ¿qué representa Jesús en mi vida? ¿qué es Cristo para mí? Pedro, con su natural espontaneidad, responde en nombre de todos: “Tú eres el Mesías de Dios”, es decir, el esperado, el enviado, el que libera a su Pueblo de todos sus enemigos. Respuesta acertada pero insuficiente.
La pregunta nos llega a cada uno de nosotros personalmente. En este tiempo de incredulidad, indiferencia, materialismo, hedonismo… ¿qué representa Jesús en mi vida? ¿y en la vida de mi comunidad? ¿Es ciertamente Él quien guía nuestros sentimientos, pensamientos, comportamientos? ¿O es alguien que, como la gente de la primera pregunta, se conforma con responder evasivamente, sin que ello signifique ningún compromiso?
Como la respuesta de Pedro, y seguramente la nuestra, es insuficiente, Jesús se precipita a explicitar en qué consiste su mesianidad y como la llevará adelante. Es el tercer momento del relato. No han de esperar de él que asuma el poder político o empuñe las armas para vencer con la fuerza a los enemigos del pueblo. Al contrario. Él será un mesias sufriente, perseguido, entregado en manos de los verdugos, finalmente ejecutado, muerto y sepultado. Pero al tercer día resucita. Con ello invalida cualquier tentativa por parte de sus seguidores de buscar el poder terreno, de acudir a la violencia para terminar con la corrupción. El Mesianismo de Jesús se realiza en la obediencia al Padre, en el anonadamiento, en la entrega de sí mismo hasta la muerte.
Llega, por tanto, el cuarto momento . Cuando Jesús, en consonancia con lo anterior, con su propia historia terrena, ofrece a los discípulos el programa que han de seguir. Lejos de triunfos, éxitos sonados, aplausos, serán sus discípulos quienes, negándose a sí mismos, carguen con la cruz de cada día y lo sigan. Esta es la condición del verdadero discípulo de Jesús: el seguimiento incondicional tras las huellas del Maestro.
Por otra parte, ésta es la condición de toda vida humana que pueda llegar a su plenitud. Querer ganar la vida pensando en sí mismo, en la propia satisfacción del instinto o las pasiones es tanto como derrocharla. Pero quien, como Jesús, busca con pasión el Reino de Dios Padre y se entrega al servicio de los demás, ese es quien gana la vida, aunque sea pasando por la muerte. Eso han hecho los santos.
No es el camino del cristiano un sendero idílico de rosas y jazmines. Hay que pagar a la vida su impuesto, y éste es el sufrimiento como consecuencia del amor y necesario para madurar sin quedar en el infantilismo caprichoso y estéril. Trabajar, luchar, sufrir persecución, amar siempre y por encima de todo… esos son los caminos recorridos por Jesús y que hay que volver a recorrer.
Danos, Señor, el ánimo, la determinación y el compromiso de ponernos tras las huellas del Maestro. Que sólo Él sea nuestro Mesías y Señor, camino, verdad y vida. (P. José María Yagüe)