PÓNGANSE EN CAMINO

PÓNGANSE EN CAMINO

Domingo 14 ordinario

El envío del Señor a sus misioneros, a los setenta y dos de San Lucas, es perentorio. Pónganse en camino ya. Hay prisa. El Reino está cerca y hay que atraparlo. Ni se admiten demoras ni respuestas tibias. Y, sin embargo, hoy sólo encontramos pretextos para no evangelizar. ¿Dónde están los misioneros que no tienen otro cometido, ni otra pasión, ni otra dicha personal que llevar la Buena Noticia de Cristo al mundo?

Sin bolsa ni alforja para el camino. Con la sola fuerza de la Palabra y la única autoridad recibida de Cristo, como él la recibió del Padre: la autoridad de curar enfermos y expulsar demonios. Hoy nos convencemos fácilmente de que son los medios económicos, los avances cibernéticos, la facilidad para los viajes y no sé cuántos recursos más los que nos van a poner en condiciones de evangelizar. ¡Qué error! ¡Qué terrible error! No es que todos los medios no puedan ser aprovechados al servicio del Evangelio. Claro que sí. Pero no son la panacea y, tantas veces, lo que contribuyen es a entretenernos y distanciarnos de lo esencial: el amor a Cristo, su seguimiento y la acendrada pasión por llevar el amor de Dios y la salvación de Cristo a los pobres.

Tres son, además de la libertad requerida con respecto a los medios económicos, las cualidades que han de adornar al misionero. Nos las explicaba genialmente el Hno. Hugo Cáceres en un retiro ofrecido a los sacerdotes. Helas aquí y medítenlas para vivirlas y aplicarlas:

•  Lucidez para comprender la situación del momento . ¿Cómo evangelizar a quien no conocemos ignorando su situación personal y social? Por eso, no anden aprisa. Quédense en las casas, recomendaba Jesús. Hay que saber formular y expresar las dificultades, los problemas, las angustias de las personas. Para que la Palabra salvadora, la Palabra de vida de Jesús no sea una abstracción, sino que venga a ser respuesta a las situaciones en las que viven los que han de ser evangelizados.

•  Compasión, como la de Jesús. Se compadecía de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor. O con demasiados pastores, como nos ocurre a nosotros. Un evangelizador que no com-padece, que no entra en la piel del otro para sufrir y gozar con él nunca llegará a conseguir nada. La com-pasión nace de la misericordia, de esa inclinación afectuosa del corazón humano para sintonizar con el pobre. Evangelizar con la sola doctrina y desde la distancia es imposible. Me parece que aquí radica el fracaso de muchos esfuerzos de la Iglesia, que no van acompañados del movimiento inicial y más importante: el amor, el afecto, la com-pasión con aquellos a los que nos dirigimos.

•  Y la autoridad. Autoridad no para mandar, menos para mangonear. Autoridad para expulsar demonios. Esa es la autoridad que Cristo otorga a sus misioneros y que tan mal se ha interpretado, cuando se convierte en dominio sobre las personas para someterlas o acallar sus voces. La única autoridad que Cristo otorga a los que envía a evangelizar es la de someter a los demonios y expulsar el mal y todo lo que impide la libertad humana. Obispos y sacerdotes hemos de aprender, sobre todo, a utilizar esa magnífica potestad que nos ha otorgado el Señor. Pero el uso de la autoridad crística va unido al servicio humilde, a no buscar privilegios ni exoneraciones, ni triunfos personales.

Sí, hemos de cambiar mucho para merecer el nombre de misioneros y entrar en su nómina. Entre otros elementos de discernimiento para ver si estamos en el camino, examinémonos de nuestra alegría . Comparemos la exhortación a la alegría y el regocijo con la que arranca el profeta Isaías en la primera lectura de hoy, las promesas excelentes sobre un pueblo atribulado, con el tono apesadumbrado, quejoso, pesimista y, con frecuencia, duro y colérico con el que hacemos nuestras prédicas. ¿Puede ser éste en algún momento el estilo para anunciar el Reino de Dios que llega? El evangelizador ha de ser previamente evangelizado y el que ha recibido la buena noticia de Jesús salta de gozo y cuenta lo que ha pasado con él como el ciego que ha visto o el leproso sanado.

PORTADA MAR ADENTRO JUNIO 2019  

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