LA FAMILIA COMO DIOS QUIERE  ( Por: P. Fernando Asín Castellón) La familia es la cuna de la vida y del amor, en la que el ser humano nace y crece. El futuro de la humanidad se fragua en la familia. Los hijos son un regalo de Dios y como tal deben ser amados, respetados y formados en virtudes y valores, con el ejemplo de la vida de sus padres, para dar a la sociedad personas de bien, responsables y al servicio del bien común.

El peor maltrato es el abandono del hijo: estamos en un 40% de no reconocimiento del hijo por parte del padre. ¿Qué nos pasa? La ausencia del amor es el caldo de cultivo para crear familias desestructuradas más adelante.

En una situación de pobreza en una parte importante de la población, el rol masculino se hunde cuando el hombre no puede cumplir su función de proveedor económico de la familia. Se desespera y puede caer en el alcoholismo.
Vivimos en una cultura machista y alcohólica. Si la esposa reclama, ahí empiezan los palos y el maltrato físico y también verbal que, a veces, es peor que una puñalada.

Dios nos ha creado para que seamos felices en la tierra y después en el cielo. Pero, a veces, convertimos nuestros hogares en sufrimiento inhumano, cuando cunde el egoísmo y el maltrato.

Un hombre y una mujer que se unen en matrimonio son iguales en su amor mutuo. Nadie puede someter al otro o a la otra para dominarlo (a). Amarse no es sólo respetarse, sino buscar la felicidad del otro (a). Ser capaz hasta de dar la vida por el ser amado. Y para siempre, en las penas y las alegrías, día a día. El egoísmo, el desacuerdo, las tensiones y los conflictos, a veces hieren moralmente la propia comunión.

La comunión familiar puede ser conservada y perfeccionada sólo con un gran espíritu de sacrificio. Exige una generosa disponibilidad de todos y cada uno, a la comprensión, a la tolerancia, al perdón y a la reconciliación.

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