Año de la Fe con viento en popa
- Categoría: DISCÍPULOS Y MISIONEROS (P. Matías Sebienaller)
- Publicado: Domingo, 16 Junio 2013 05:02
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AÑO DE LA FE CON VIENTO EN POPA (Por: P. Matías Siebenaller).- Acabamos de celebrar la Semana Santa y por 50 días el tiempo litúrgico pascual nos recordará dónde se ubica el pozo de agua viva y de dónde sopla el Espíritu Santo.
No nos olvidemos: “El que no nazca del agua y del Espíritu Santo, no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3,5). Nuestro nacimiento no tuvo su hora, su día y su año; la fe nos pide renacer hoy, “hacernos hoy hijas e hijos de Dios” (Jn 1,14), obedecer a llamadas a la vida que nos alertan hoy, “reconocer hoy los signos de los tiempos” (Cf. Mt 16, 1-4).
1. “Un colirio para que lo pongas en tus ojos y recobres la vista” (Ap. 3,18)
El gol de Jefferson Farfán en el 88´del último clásico del Pacífico nos puede llenar de alegría y emoción. El premio internacional que destaca la gastronomía peruana puede alegrar a todas y a todos los que cocinan y comen. El crecimiento seguido y persistente de la economía peruana puede significar mucho, especialmente para los que ya se benefician del mismo.
Muchos otros logros en diversos campos pueden reclamar reconocimiento y orgullo nacional, pero no necesariamente caen como buena nueva en tierras y corazones peruanos marcados por la pobreza, la frustración y la marginación.
Con los ojos de estos últimos hagamos brevemente la lectura de una señal preferentemente enviada a ellos y a nosotros en favor de ellos.
2. “Vino del fin del mundo para el mundo entero”
a. Escogió como nombre papal Francisco. Es que en San Francisco de Asís percibe su vocación y quiere proponer a la Iglesia y al mundo un camino nuevo. De hecho San Francisco de Asís, en tiempos de decadencia eclesial y de estructuras económicas que engendraban más y más pobres, inauguró un estilo de vida de identificación con el pobre y de defensa del sentido social de los bienes económicos y del medio ambiente.
b. Escuché decir al Papa Francisco su querer de “una Iglesia pobre para los pobres”. Estas palabras ya estaban en el discurso de Juan XXIII antes de inaugurar Vaticano II.
Estas palabras expresan lo central de Medellín y Puebla. Se vinculan con el grito de Juan Pablo II en Villa el Salvador: “Hambre de Dios, sí. Hambre de pan, no”. Tocó a Benedicto XVI recordar en Aparecida que la opción preferencial por los pobres es cristológica, es parte integral de la fe en Cristo Jesús.
c. Vi al Papa Francisco rompiendo el protocolo para abrazar a un niño y acariciar a un minusválido. “El que acoge a un niño como este, a mi me acoge” (Mc 9,37). “En verdad les digo que cuanto hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños a mí me lo hicieron” (Mt 25,40). Ya no más abuso de niños en el recinto de la Iglesia y fuera del mismo. El precio del ser humano no está en su capacidad de producción y rendimiento económico; la belleza profunda del ser humano no se ve con los ojos.
d. Con dosis medidas el Papa Francisco simplifica algunos rituales y se aleja de apariencias fastuosas. No puede prender de hoy a mañana la fogata que queme tantos títulos y atuendos que se han vuelto obsoletos y opacos en el mundo moderno. ¡Qué lindo sería que los distintivos broten de los misterios que nos constituyen y los evoquen y que no promuevan segregación sino comunión! Debemos salvaguardar algunas afirmaciones hermosas de Benedicto XVI sobre el valor divino y redentor de la belleza.
e. El día de su entronización sin trono, en la fiesta de San José, el Papa Francisco habló de una Iglesia servidora y siempre atenta al mandato de Dios, disponible para caminos nuevos. ¿Habrá pensado el Papa en un modelo de institucionalidad más sinodal de la Iglesia, en una presencia más descentralizada, en una Iglesia de mayor comunión y participación?
f. El Domingo de Ramos en su homilía el Papa Francisco quería que la palma en nuestras manos sea expresión de nuestra alegría por la venida del Señor y del envío de su Espíritu. De hecho sin alegría creída, sentida y comunicada no hay manera de ser “Iglesia que crece por atracción” (DA 159).
3. “Ver o perecer” (Teilhard de Chardin)
Hasta ahora las “encíclicas” del Papa Francisco escritas con palabras lapidarias y gestos elocuentes que brotan del corazón del evangelio han logrado captar la atención de creyentes y no creyentes en el mundo. Urge responder a estas señales y participar con redoblado esfuerzo y aliento en la vida de nuestra Iglesia local. “Creo, Señor. ¡Aumenta nuestra fe!”