MIÉRCOLES SANTO. MIÉRCOLES 16 DE ABRIL DE 2014  LECT. BIBL. Is 50,4-9: Ofrecí mi espalda a los que me herían. Salmo responsorial 68: Señor, que tu bondad me escuche en el día de tu favor. Mt 26,14-25: ¿Qué me dan si lo entrego a ustedes?. Hoy miércoles santo, Isaías 50,4-9 nos presenta el tercer canto del siervo: “Mi Señor me hado una lengua de discípulo para saber decir al abatido una palabra de aliento”. Pero será el siervo sufriente: “”ofrecí mi espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a los que triaban mi barba, no tape mi rostro ante los ultrajes ni salivazos”. ESCUCHAR AUDIO

Mt 26,14-25 nos presenta al siervo sufriente: Jesús, quien pese al abandono de los suyos, pone toda su confianza en Dios.

Jesús quiere celebrar la pascua con sus discípulos, como signo de comunión y de amistad. Es consciente que uno de los suyos lo va a vender a los dirigentes religiosos, con quienes pacta por treinta monedas. El móvil es el dinero, la ambición. Se dejó cegar por la ambición frente al justo. Quizás los motivos de la traición a Jesús sea hoy: la ambición del poder, el dinero que compra conciencias, que no le importa si destruye el medio ambiente, ni si se deja un país en ruinas. Se piensa en el momento, no en el futuro, porque no nos dejamos cuestionar por Jesús, el justo e inocente que entrega su vida por todos.

Jesús triunfa sobre sus enemigos y el poder oscuro de la muerte, porque arriesgó su vida por su solidaridad con la humanidad para liberarnos del pecado que divide y enfrenta y que rompe la común unión.

Ante la pregunta de Judas “¿Soy yo maestro? Jesús le respondió Tú los has dicho” (v.25). Jesús lo amó, como nos sigue amando cuando le traicionamos para darnos la oportunidad de tomar conciencia de la traición que llevamos dentro, cuando rompemos esa comunidad de amor y de vida, de paz y de esperanza. Respeta la libertad del ser humano frente a la maldad y la astucia, para que seamos conscientes que sólo el amor nos hace libres, cuando ese amor se cultiva en el corazón de cada uno. Cuando tú amas a Dios, te amas a ti mismo entonces reconocerás el valor y la dignidad del otro, a.

Somos imagen de Dios, libres para amar y para actuar como testigos de la luz de Jesús. Sólo la libertad nos hace vencer el pecado que te autodestruye y contribuye a la destrucción de las relaciones humanas fraternas. Deja que Cristo te encuentre para dejarte renovar por él que puede darte una nueva vida.

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