¡Descansa en paz Berti!
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- Publicado: Lunes, 12 Noviembre 2018 18:34
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(Por: Fray Héctor Herrera OP).- Eran 12.45 a.m. del 16 de octubre del 2018, todo el día anterior luchabas por vivir. Lili y María, que te cuidaron hasta el final y querías que te fueras contento, te pusieron al oído el celular. Solo escuchaba tus leves sonidos. Te dije entonces, sabiendo que tal vez, me escuchabas.
“Bertino, los dominicos te queremos y te damos gracias por todo lo que hiciste por la Iglesia en Chimbote, te doy gracias por todo”. Partiste a la casa del Padre. Dejaste tras de ti, generaciones de jóvenes de la Gran Unidad Escolar San Pedro de Chimbote, donde llegaste como joven sacerdote.
Me contaste que llegaste en 1959 a la parroquia Señor de los Milagros, cuando aún pertenecía a la Diócesis de Huaraz. Y te quedaste entre nosotros.
Tu vida fue una constante entrega a la Iglesia en Chimbote, desde el primer Obispo, monseñor Carlos Santiago Burke OP; Junto a fray Lino Dolan OP, el padre Norberto Wassen, padre David Farrell CVS, padre Pedro Ángeles. Así, entre tantos misioneros y misioneras fuiste sentando las bases de una Iglesia pobre y para los pobres.
Tenías un carácter luchador, amante de la justicia y de la paz. Tu voz resonaba cuestionando la corrupción y todo lo que se oponía al proyecto de Dios. Querías una Iglesia cercana al pueblo. Fuiste director del periódico “Pido la Palabra”. Propulsabas la “zona norte” para la aplicación de los documentos conciliares y los documentos de Medellín. Eras infatigable en el mes morado y allí te ayudábamos como acólitos en los fines del 60. Te vimos construir la casa y el templo de la parroquia del Señor de los Milagros. Tu tesón y fortaleza, lo hicieron realidad; un templo digno del Señor. Y continuabas tu trabajo como profesor de religión en el nivel secundario.
Eras exigente con tus alumnos. Cuando comencé como profesor, me sorprendía y admiraba cómo tú, un jovencito sacerdote, ponía en orden a sus alumnos. Eras respetado y también criticado. Nada te hacía temer, apoyaste la lucha magisterial y fuiste separado por un tiempo del magisterio. Acompañabas a tu pueblo en sus justas reivindicaciones.
¡Cómo te apreciaba y quería monseñor Carlos Santiago Burke! Recuerdo que eras muy amigo de los frailes dominicos misioneros. Siempre eras bienvenido y te acogíamos con cariño. Recuerdo tus palabras cuando me encontrabas y me decías: “Mi niño…” y me abrazabas con el cariño de un padre.
Fuiste canciller de la entonces Prelatura y luego con monseñor Luis Bambarén. Siempre eras exigente contigo mismo y muy exigente con todos. Admiraba tu estilo de vida sencillo y pobre. Una gran sonrisa se dibujaba en ti cuando aparecían tus pensantes ocurrencias para hacer mejor o de otra manera las cosas.
Aceptaste ir a Nuevo Chimbote para comenzar la obra de la parroquia Sagrado Corazón. Te insertaste en la catequesis familiar, en el acom-pañamiento a las familias. Siempre fijaste tu mirada en una nueva pastoral evangelizadora.
Ya en los últimos años de tu vida, junto a monseñor Luis Bambarén y a monseñor Ángel Simón Piorno, seguiste alentando a todos los sacerdotes religiosos y seculares. No hiciste distinción.
Recuerdo tu llamada por teléfono cuando murió el gran Lino Dolan. Habías visto mi nota en Facebook y llorabas. Me dijiste Héctor te acompaño. Se fue Lino, pronto seguiré yo. Te dije calma hermano, gracias por todo. En esto me reafirmabas una vez más, tu cariño fraterno y tu aprecio por todos los misioneros dominicos como Agustín, Bernardo, Eduardo, Albiano y tantos otros que viste pasar.
Gracias por haberte conocido. Cuando me dirigiste a los dominicos y me ordené, siempre estabas con tus consejos y tu cariño como un buen padre. Tú estuviste en los momentos tristes y alegres, como el gran Matías.
Gracias por todo lo que hiciste por la gente, aunque a veces no te comprendieran por tu carácter. Eras un pastor bueno y de un buen corazón. Que el Señor te acoja en su gloria, en ese reino que te lo ganaste. Las obras que hiciste son signos de tu testimonio de pastor, que edificó corazones y dejó huellas para el clero chimbotano.
¡Descansa en paz Berti, como solíamos decirte tus amigos!