LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN: “UN COMPROMISO URGENTE DE TODOS”
Los jóvenes de Chimbote, reunidos con Mons. Ángel Francisco Simón Piorno en el Santuario Señor de la Vida en el Cerro de la Juventud, bajo el lema “El terrorismo de hoy se llama corrupción”, manifestamos:
1. La corrupción es un acto ilegal e inmoral en el que se abusa del poder para un beneficio personal, siendo responsabilidad tanto de quienes corrompen como de quienes se dejan corromper.
2. La corrupción en el mundo actual no es sólo un problema local, regional o nacional, sino de escala mundial. “La corrupción en una grave lacra que sigue dañando a nuestro pueblo: genera injusticia y violencia e impide el progreso” (Conferencia Episcopal Peruana, 26 enero 2011). En el Perú ha sido propiciada, en gran medida, por la estructura y funcionamiento del Estado y por la forma como éste interactúa con sus ciudadanos. La ausencia de adecuados mecanismos de control de la gestión pública ha permitido que funcionarios, ciudadanos, instituciones oficiales y empresas privadas desarrollen actividades que no buscan el interés general, sino el beneficio exclusivo de sus intereses particulares. A menudo, también en nuestra vida cotidiana como jóvenes sufrimos la violencia de la corrupción en los medios de transporte, en el mercado, al realizar trámites administrativos, en el trabajo y en nuestros centros de estudio, volviéndonos así parte habitual de ella y, en muchos casos, permaneciendo insensibles e indiferentes a tantas prácticas ilícitas.
3. La lucha contra la corrupción es uno de los desafíos de mayor importancia en nuestro país, en América Latina y en el mundo entero. Es, sin duda, un reto que las nuevas generaciones hemos de afrontar con la gracia de Dios para construir una sociedad más justa y pacífica, donde exista bienestar, solidaridad y confianza recíproca. Pedimos a las autoridades públicas y a los medios de comunicación social que trabajen con firmeza a favor de las prácticas justas y en contra de la corrupción institucional.
4. Como jóvenes católicos, nos comprometemos a:
a) Vivir una vida basada en la práctica de los valores evangélicos.
b) No aceptar sobornos ni ser autores, instigadores, cómplices o encubridores de cualquier acto de corrupción.
c) Denunciar con valentía las irresponsabilidades públicas y los hechos ilícitos que vemos a nuestro alrededor.
d) Pedir a Dios que conceda a los jóvenes de hoy fuerza y perseverancia para conservar la honestidad que nos hará capaces de romper el círculo vicioso de la corrupción imperante.